Los cinco países con una alta intensidad de transmisión llevan sufriendo desde hace mucho tiempo una tasa elevada de poliomielitis: India, Pakistán, Nigeria, Afganistán y Níger. Los primeros tres tienen un alto índice demográfico y una gran densidad de población. Todos ellos presentan elevadas tasas de nacimiento, una reducida cobertura de inmunización sistemática, al menos en algunas regiones, y un saneamiento deficiente, factores todos ellos que representan grandes obstáculos a la eliminación del virus.

Los cinco países con una baja intensidad de transmisión son Somalia, Egipto, Etiopía, Angola y el Sudán. Además de presentar algunos de los problemas ya citadas anteriormente, la mayoría sufren las consecuencias de un largo conflicto armado. La destrucción de sus sistemas de salud y de las redes de transporte dificulta aún más las campañas de inmunización a gran escala.

Angola es un ejemplo de los problemas que representan la guerra y la pobreza. Un país devastado después de 30 años de conflicto, es el país más peligroso del mundo para un niño, según los indicadores internacionales más frecuentes. A comienzos de 2000, en este país surgió el mayor brote de poliomielitis jamás registrado en África: 1.100 personas quedaron discapacitadas y 89 murieron. Las campañas a gran escala contra la poliomielitis sirvieron para vacuna a alrededor de un 85% de los niños y las niñas de Angola. Pero el 15% restante, inaccesible para los vacunadores, corre todavía el riesgo de contraer el virus salvaje de la poliomielitis. En 2002 y 2003 están previstas varias campañas para vacunar a estos niños.



Los vacunadores las denominan "zonas calientes": se trata de numerosos distritos en el empobrecido noreste de la India, donde las tasas de la poliomielitis son especialmente elevadas. Centradas en torno a los estados de Uttar Pradesh y Bihar, estas zonas forman la región del mundo donde la transmisión del virus de la poliomielitis es más intensa. Aquí, los vacunadores deben confrontar dos duras realidades: una pobreza extrema y un gran número de niños y de niñas.

En su conjunto, Uttar Pradesh y Bihar tienen casi 249 millones de personas. Si fueran una nación soberana, sería el cuarto país más poblado del mundo. Todos los años, nacen en esta zona más de 8 millones de niños y de niñas, que forman parte de los 38 millones de niños menores de cinco años de este estado a quienes los agentes de salud deben vacunar.

Muchos de estos niños crecen en auténticos laboratorios donde se reproducen las enfermedades infecciosas: a ello contribuyen un hacinamiento excesivo, unas normas inadecuadas de saneamiento, escasa agua limpia y un clima muy templado. La inmunización sistemática casi no existe y las campañas de vacunación a gran escala dependen de una infraestructura de atención de la salud decrépita. Los hospitales, muchos de ellos casi en ruinas, carecen de personal. Una corriente eléctrica esporádica apenas sirve para mantener en funcionamiento unos cuantos refrigeradores para las vacunas. Las tasas de analfabetismo son elevadas.

En 2001 se dieron en la India 268 nuevos casos de polio, más del doble que en cualquier otro país endémico. Sin embargo, se trata de un considerable descenso con respecto a los más de 2000 casos que se dieron en 1999, gracias a los progresos alcanzados mediante la colaboración entre el gobierno y los aliados de la Iniciativa. La India ha iniciado ya la mayor campaña individual de inmunización, por medio de la cual 2,5 millones de agentes de salud tratan de vacunar a más de 150 millones de niños. En 2002 y 2003, las campañas a gran escala y los barridos incesantes intentarán eliminar la poliomielitis de las zonas calientes en todo el país, en un intento definitivo para derrotar esta enfermedad.

Véase también > testigos de las campañas > India






© Sebastião Salgado

India
Unos niños reciben vacunas en la ciudad de Ghaziabad en Uttar Pradesh. Este estado es una de las últimas zonas del mundo donde todavía circula el virus salvaje de la poliomielitis.
 
En julio de 2000 se levantaba por la tarde una bruma tropical sobre Brazzaville, la capital de la República del Congo, justo cuando el país acababa de salir de una guerra civil de tres años de duración. En una clínica pequeña, Raessa Kaboulau, de 35 años, aguardaba impasible mientras sus gemelos de 15 meses, Mbou y Pila, trataban de trepar a su regazo. "Al principio no sabíamos qué era", asegura con calma la Sra. Kaboulau. "Los dos pequeños tenían simplemente fiebre". Pero era poliomielitis. Los dos hermanos habían contraído el virus tres meses antes justo cuando comenzaban a dar sus primeros pasos. Debido a la guerra, no habían podido recibir las vacunas sistemáticas y el virus salvaje de la poliomielitis se propagó por toda la comunidad, dejando lisiados a 43 niños y niñas.

Los conflictos han beneficiado desde hace tiempo la transmisión de la poliomielitis. Las guerras crónicas inutilizan las carreteras, interrumpen el suministro de electricidad, destruyen los sistemas públicos de salud y fomentan la propagación de las enfermedades infecciosas. Aunque ha sido en África donde la situación era más grave, los conflictos y la poliomielitis se han aliado para discapacitados a los niños y a las niñas en todo el mundo.

En Afganistán, un país sembrado de minas terrestres, un estudio realizado en 1996 en la provincia de Kandahar reveló que la causa más frecuente de discapacidad entre los niños y las niñas no eran las minas terrestres, sino la poliomielitis. En 1991, en el Perú, la última víctima de la poliomielitis en las Américas, Luis Fermín Tenorio, contrajo la enfermedad después de que la clínica de su localidad quedará destruida como consecuencia de un conflicto armado y el niño no pudo completar las vacunas contra la poliomielitis. Los conflictos armados han interrumpido también las inmunizaciones sistemáticas en Chechenia, donde 150 niños y niñas contrajeron la poliomielitis en 1995. En Iraq se dieron diez casos en 1989, pero después de la Guerra del Golfo de 1992, la poliomielitis dejó lisiados a 120 niños y niñas.

Si desea obtener información sobre las consecuencias de la guerra y las actividades para la erradicación de la poliomielitis en otros artículos > testigos de las campañas



Una fotografía de la primera campaña nacional de inmunización contra la poliomielitis en Sierra Leona, en 1999, muestra a cinco hombres con camisetas sobre sus uniformes militares donde se puede leer el lema "Desterremos de África la poliomielitis". Una imagen nada excepcional, a menos que uno sepa quiénes eran estos cinco hombres: los líderes de las cinco facciones en lucha por el control del país. La Iniciativa consiguió reunirles en la misma habitación por primera vez. Ese día abandonaron sus pistolas, aunque sólo por poco tiempo, en nombre de la salud de los niños y las niñas de Sierra Leona.

En 1985 se llevó a cabo en El Salvador la primera tregua para poner en práctica una campaña de vacunación, denominada "Días de tranquilidad". Había más niños que morían de enfermedades prevenibles que todas las personas que habían muerto en la guerra civil del país. El UNICEF solicitó a los representantes de la Iglesia Católica que interviniera. Después de unas difíciles negociaciones, el Gobierno y los rebeldes acordaron interrumpir la lucha durante tres días para permitir que los agentes de salud vacunaran a los niños y a las niñas contra graves enfermedades. Al año siguiente, unas negociaciones similares en Uganda permitieron establecer el paso seguro de las vacunas, el personal y los materiales para llegar a las poblaciones más aisladas, una iniciativa que se denominó "corredores de la paz".

Desde entonces, la Iniciativa ha entablado negociaciones para obtener numerosas treguas oficiales y oficiosas. Las fuerzas rivales en el Afganistán y en la República Democrática del Congo aceptaron varios Días de tranquilidad. Mediante treguas oficiosas, fue posible llevar a cabo campañas de vacunación contra la poliomielitis en Camboya, la India, Iraq, Myanmar, Sri Lanka, Turquía y muchos países de América Latina.

Estas incursiones en las zonas de conflicto entrañan riesgos considerables. En varias ocasiones, los vacunadores han sufrido ataques y algunos han sido asesinados. Y sin embargo, siguen trabajando. Estas actividades se han convertido en modelos de intervenciones humanitarias durante los conflictos armados y ofrecen el potencial de servir de acicate para una paz a largo plazo.
 


© Sebastião Salgado

Somalia
Unos agentes sanitarios y los guardias armados que los protegen contra los clanes rivales comparten un almuerzo cerca del poblado de Aboorrow durante los Días Nacionales de Inmunización de marzo de 2001. Un equipo de uno de los clanes acaba de entregar vacunas contra la polio a los miembros de otro clan, para que estos últimos puedan vacunar a los niños y las niñas de sus comunidades. Los encargados de la vacunación negocian con todas las facciones en guerra para llegar a todos los niños y niñas en todo el país.